Actuar por
instinto o por creencias populares en cuestión de salud puede resultar
contraproducente.
La mayoría
de nuestras creencias están ligadas en nuestra cultura esto puede influir en
nuestras decisiones, Existen, desde luego, diversos mitos de enfermedades muy extendidos en la cultura popular.
Estas creencias, relacionadas con diversos problemas de salud, como el cáncer,
la gripe u otras patologías, o con las herramientas para prevenirlas y tratarlas.
Por ello es importante ser crítico con la información que recibimos a diario.
Dejamos
en descubierto los mitos más populares que nos han seguido por años.
“Si sales con el cabello mojado, te
resfriaras”: un estudio hecho en Inglaterra, demostró que no es tan así.
Durante el proceso fueron convocados un grupo de voluntarios con el virus del
resfriado. La mitad del grupo se quedó en una habitación caliente, mientras que
el resto tomó un baño y se quedó completamente mojado en un pasillo durante
media hora, luego se vistió, pero llevaba medias mojadas por unas cuantas horas
más. El grupo de mojados no se enfermó más que el de secos. Por lo tanto, la
sensación de frío no afecta al sistema inmunológico.
“Saltarse el desayuno”: Una dieta equilibrada exige cinco
comidas al día: desayuno, onces, almuerzo, merienda y cena. El primero aporta
energía para afrontar las tareas de la mañana y evita comer demasiado en las
comidas principales por un apetito excesivo. Es más importante en los niños,
porque sin desayuno y junto al sedentarismo, aumentan el riesgo de obesidad.
“Beber agua en exceso”: Demasiada agua obliga a los riñones a
eliminar más líquido y, con él, electrolitos que son necesarios para el
organismo, como el calcio, el potasio, el magnesio o el sodio. Lo recomendable
son dos litros y medio al día, pero ¡ojo!: en esta cantidad se incluyen también
los alimentos (un filete de carne a termino medio tiene un 40 por ciento de
agua).
“Comer por
dos en un embarazo”: Durante
toda la gestación, el
peso que se debe ganar es de un kilo por mes. Engordar más conlleva riesgos,
como la aparición de diabetes gestacional, un mal progreso del parto y que el
feto sea de mayor tamaño. Durante el embarazo habrá que seguir una dieta sana y
equilibrada, sin necesidad de comer más cantidad de ningún alimento. En todo
caso, se suplementará el ácido fólico y hierro, según indicaciones del médico.